Ceiquin

¿Qué es Ceiquin? La versión local de trekking: caminar recorriendo el patrimonio hidráulico, o sea, las acequias (ceicas), y de paso conocer otros elementos como centrales hidroeléctricas, canales, presas, azudes, cavas, molinos, puentes…

Estamos felices de ver que hay un nuevo impulso para mantener las acequias, y que la gente está acudiendo y disfrutando de un trabajo que es cansado pero muy satisfactorio. También, claro, nos preocupa mucho que una de las acequias lleve ya 4 meses sin agua, porque desde arriba han decidido “liberar al río” y quieren demoler la presa de Los Toranes, por lo que han cerrado el canal que suministraba el agua a la acequia del Diablo.

Así que la Primera Ruta Ceiquin que hemos organizado Mijares Vivo ha sido para conocer parte del recorrido de dicha acequia, y la central de Las Casas.

Fuimos una veintena de personas, el pasado domingo 28 de Marzo, saliendo desde el puente del Cantal, por La Verdeja y Casa Bolea, donde vimos la triste cajera sin agua, hasta Casa del Amarillo (actual Refugio). Allí, Mirko nos explicó cómo están apañándose desde que no tienen agua y el suministro eléctrico está fallando. La casa y el camping que han creado dependen de la acequia para el agua, y de la central para la luz. Están en el término de San Agustín, desde Olba no se les puede suministrar, y la vida es más complicada y mucho más cara en estas condiciones: nuevos depósitos, pago de camiones cisterna, nueva instalación eléctrica… en obras, con una niña pequeña, un bebé en camino y clientes que necesitan ciertos servicios. Además del tema de incendios y la dificultad para cualquier cosa viviendo allí. Cierto que el lugar es espectacular, y su capacidad de resiliencia aún más…

La siguiente parada fue en el transformador, desde donde se ve el edificio de la central, y la toma de agua del otro canal, para la central de Los Villanuevas. En plenas Hoces del Mijares. Impresiona imaginar los trabajos que hicieron para construir todo eso. Adolfo Tarrasón lo vivió y nos explicó un montón de cosas. Más arriba nos enseñó el gran derrumbe que cortó la acequia en los años 90, y los tubos que tuvieron que instalar entonces para aprovechar el agua sobrante del canal, que va por encima. Pura ingeniería casera, determinación, necesidad y sabiduría. También complicidad de Iberdrola, que aceptó un apaño alegal pero muy necesario. Todavía está la tubería que montaron para bombear agua cuando tuvieron que vaciar el canal, para no dejar sin riego a los vecinos, que no funcionó a pesar de usar un generador muy potente. O sea, que lo de bombear ya se ha probado, y no es solución. También vimos el lugar donde los regantes hormigonaron un tramo de muy difícil acceso, con un sistema audaz que impresionó al ingeniero y ahorró un montón de dinero. Nando nos contó lo que le habían contado sobre los antiguos pobladores de las hoces, que adoraban al Sol. Enfrente están las cuevas de la zona habitada más antigua del valle. Esther Salvador, que ha vivido por allí casi toda su vida, contó anécdotas y recuerdos, como que unos días antes del derrumbe estuvo asomada en el mismo lugar con su abuelo, y el estruendo que se oyó, que al padre de Ismael le pareció “la fin del mundo”.

Almorzamos donde existió el barrio de Las Casas, demolido también en los años 90, al eliminarse los empleos y quedarse abandonado (qué pena). La ruta siguió por el Molino de La Hoz (otra pena), junto a la antigua acequia del Pozo Moro (más pena), cruzando el Mijares y el Palomarejas, entre las Fontachas, donde hubo quienes se bañaron en el río, y el Casucho, con los ecos de la risa de Rafael. De vuelta en el puente, fotos, despedidas y… ganas de repetir.

El tiempo nos acompañó con su mejores galas, y disfrutamos la maravilla de vivir en un lugar como éste y de la alegría del grupo. La próxima ruta se anunciará dentro de poco, para ir desde la presa de Los Toranes hasta el Puente de la Fonseca.

¡Os esperamos!

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