La otra Vida de las acequias: de generación en generación.

La función comunitaria del agua que corre por las acequias fue desde siempre una demanda de la gente que habitaba los barrios de todo el Valle del Mijares. Así, el agua formó parte de la vida de cada día de las personas: la utilizaban para abrevadero de sus animales, para abastecimiento de sus casas y como lavaderos de su colada.

Si la taberna, donde la hubiera, la plaza o la era eran lugares de encuentro de los
hombres, los lavaderos eran el territorio de las mujeres. Los hombres iban alguna
vez a ayudar a llevar la ropa y otras veces a mirar, a verlas.

En el pasado estos lavaderos de las acequias no sólo eran lugares de trabajo sino
que tenían mucha importancia en la relación social de las féminas de todos los
barrios
. Los lavaderos que iban unidos a la compañía y a la conversación, les daban
vidilla, era como una labor de psicología comunitaria.

En tiempos más antiguos, las mujeres lavaban de rodillas, pero con el tiempo se
construyeron de forma que se pudiese lavar de pie, para que fuera más cómodo. Los hicieron de obra, con cemento liso y unas pequeñas estrías. Algunas veces,
cuando había que lavar de rodillas, las mujeres empleaban unas tablas de madera
con ondulaciones, donde restregaban fuertemente; cada una tenía la suya. Se lavaba con jabón “de tajo”, «de casa”, que ellas mismas habían fabricado con sosa y los aceites usados en sus casas.

Actualmente estos lavaderos de las acequias se siguen utilizando de forma puntual
para lavar prendas de gran tamaño, para aclarar utensilios voluminosos o,
simplemente, porque nos gusta sentir en las manos ese agua corriente. De esa
forma, es como sentirte partícipe de una manera de hacer las cosas que viene de años más duros cuando no había lavadoras automáticas ni electricidad.

Y aunque la tecnología ayuda, mi suegra, Adoración de Los Giles, que ha cumplido
100 años, sigue diciéndome que lavar en lavadora es más rápido y más cómodo,
pero no es lo mismo. Aún me dice muchas veces: “la mancha en la lavadora no
sale; si no la restriegas con jabón de casa, sale tal cual.”

Termino compartiendo mi emoción al ver la imagen de un grupo de niños y niñas de
la escuela de Olba, muy concienciados, limpiando el lavadero más antiguo. ¡Hay
futuro!, ¡hay vida!, ¡que corra el agua!

Nosotros no hacemos la Historia. Estamos hechos de Historia.

Martin Luther King.

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Estas acequias están en peligro de desaparición.

Parte del entramado de 60 kilómetros de acequias por el valle del Mijares a su paso por Olba (Teruel) y que discurre por uno de los enclaves naturales mejor conservados de la provincia está en peligro de desaparición. Las tomas de agua de algunas de ellas, como la histórica y resucitada Acequia Del Diablo, dependen de una pequeña presa en Albentosa cuya concesión ha caducado y está en expediente de demolición, en manos del Consejo de Estado.