Pirro fue un general cartaginés que venció todas las batallas contra los romanos pero sufriendo numerosas bajas, por eso pronunció esta frase y pasó a la historia creando el concepto de “victoria pírrica”.
Viene esta historia a cuento porque, finalmente con la resolución de demolición de la presa de los Toranes, parte del movimiento ecologista lo estará celebrando como una victoria para el medio ambiente. Una “victoria” que lo situa más cerca de la derrota final del valle en toda su significación.
En primer lugar, porque no es creíble que meter maquinaria pesada y cientos de camiones (tal vez con voladuras) dentro de un tramo tan complicado de río no vaya a causar, a corto o medio plazo, más mal que bien.
En segundo lugar porque, aún admitiendo que los ríos son ecosistemas con gran “resilencia” que cicatrizará de este impacto con tiempo, la posible mejoría a largo plazo de un corto tramo de río no compensa el gran daño que se va a causar sobre el entorno, sobre todo el valle. La ecología como ciencia y el ecologismo como movimiento social se caracterizan por una visión global y no se puede llamar “ecologista” una postura que prioriza una supuesta mejora de un tramo muy concreto. Las organizaciones que promueven la demolición ningunean estos problemas o dicen que “existen soluciones técnicas” para afrontarlos, pero nunca explican cuáles son esas soluciones ni quién va a financiarlas.
Los otros peligros que tampoco contaron: las invasoras
Hará unos meses nos confirmaron verbalmente miembros del Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón que, desde 2019, se ha detectado en el embalse la presencia de dos especies que están incluidas en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras: el lucio (Esox lucius) y la luciperca (Sander lucioperca).
Nos explicaron a la Asociación Mijares Vivo, de la que formo parte, que, dado el tamaño y forma de vida de estos peces, es improbable que se extiendan aguas arriba ya que, antes de pasar las fuentes del Babor y la Escaleruela, el río tiene mucho menos caudal y poca profundidad. Pero, que de eliminarse la barrera que resulta la presa de los Toranes, resultará inevitable que vayan aguas abajo donde si que encontrarán pozas y embalses que se adecúan a sus necesidades. ¿Serán estos los peces que quieren ver?
Este motivo se suma a todos los ya expresados en anteriores escritos para justificar que la demolición no solo no mejorará el estado ecológico del río y su valle si no que es probable que lo empeore.
En cuanto a la alternativa que planteaba por la empresa ARTIFICIAL CW INFRASTRUCTURES, S.L. (en su auditoría recogida en el informe del servicio técnico del Área de Gestión del Dominio Público Hidráulico), léase la construcción de un ascensor de peces, tampoco parece ser la mejor solución con esta nueva situación que nos describen sobre las especies invasoras. Cualquier fórmula que haga que los peces lleguen aturdidos y/o exhaustos al embalse los convertiría en presa fácil para estos temibles depredadores.
Debería plantearse como alternativa la captura de peces aguas abajo del embalse para su posterior liberación mucho más arriba, donde estén libres del alcance de lucios y luciopercas. Este método permite, además, hacer la operación inversa (recoger los juveniles cuando buscan bajar a aguas con más caudal y liberarlos debajo del embalse) ya que los ascensores de peces adolecen de no solucionar más que la subida sin permitir luego el regreso.
Por otro lado este sistema sería extrapolable a otras barreras existentes en el tramo de río y permitiría hacer un seguimiento de las poblaciones, su estado sanitario, y la propia eficacia del método como solución a la falta de conectividad.
Y, por último, se trata de una solución mucho más barata que la que habían propuesto en el informe, por la que las dudas que el informe sobre la presa planteaba sobre la rentabilidad económica de mantener la central en activo habrían quedado disipadas de haber recogido y aceptado nuestras alegaciones a este respecto, aparentemente no recogidas en el dictamen final.
El gran perdedor
En definitiva, el gran perdedor de esta gran victoria pírrica de una parte del ecologismo que obvia las interdependencias a gran escala será el propio concepto de “desarrollo sostenible”, en el eje central de la agenda 2030. La medida que se apoya masivamente desde la población local es mantener y compatibilizar los aprovechamientos ya existentes e integrados en el medio después de tantos años (que suponen la producción de energía renovable, con cero emisiones de gases invernadero, el riego de muchas parcelas, que permiten una cierta autonomía alimentaria y la extinción de incendios) con la preservación de la frondosidad del valle y la mejora, mediante la implantación de medidas correctoras, del estado ecológico del río.
Frente a esto, la respuesta que ha dado la administración es que en realidad para ellos no es posible esta compatibilidad y que hay que elegir, contradictoriamente, o desarrollo o sostenibilidad. Con el futuro incierto que se cierne, poco importa que en este caso en particular se opte por una u otra. El desarrollo sostenible es una baja que lamentaremos todos -incluso los que han promovido la demolición- si esta victoria pírrica sale adelante.
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Estoy muy de acuerdo con Javier.
Demolición de Los Toranes:
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